La tigresa (2005 – distribución)

El espectáculo se inicia con una breve presentación en la que se explican las características del mismo y las circunstancias en que Darío Fo conoció el primer monólogo: La tigresa.

La tigresa. Un soldado participante en la histórica Larga Marcha China es malherido en una emboscada. Sus compañeros lo abandonan a su suerte y él se refugia en una cueva tras ser sorprendido por una terrible inundación. La cueva resulta ser el cubil de una tigresa y un tigretón que aparecen más tarde medio ahogados. La tigresa obliga al soldado a mamar de sus tetas que están a punto de reventar; a cambio de ello, cura con su propia baba, que, como todo el mundo sabe, es un medicamento milagroso, la gangrenada pierna de nuestro héroe. Cuando la tigresa le ofrece un pedazo de la presa que ha conseguido cazar, el soldado ejerce sus dotes de cocinero que sorprenden y entusiasman a los propios tigres por lo que se convierte en una especie de esclavo, cocinando para ellos a todas horas. Harto de esta situación huye en un descuido y llega días más tarde a un pueblo cuyos habitantes lo reciben atemorizados primero por su aspecto semejante a la propia muerte y convencidos después de hallarse ante un loco cuando les cuenta su fabulosa aventura.

La presencia de los tigres que le han seguido hasta su nuevo refugio confirma la veracidad de la historia y las dos bestias, tras el susto inicial, aprenden a convivir con los aldeanos. Pronto la gente del pueblo descubre las ventajas de tener a los tigres como huespedes: son un arma eficacísima contra los ataques de las fuerzas reaccionarias de Chang Kai

Shek, tanto es así que no dudan en disfrazarse ellos mismos de tigres para asustar aun más a sus enemigos. Los burócratas del partido quieren enviar a tan peligrosos aliados de vuelta a la selva pero el pueblo no queda demasiado convencido de sus argumentos y los tigres pasan a la clandestinidad. Los hechos les dan la razón pues su estrategia sirve todavía para la expulsión de los invasores japoneses y para vencer definitivamente al ejército de Chang Kai Shek. Los burócratas cambian sus exigencias: la expulsión de los tigres no es necesaria pero deben ser enjaulados en un zoológico. Irritados por este nuevo discurso el pueblo se sirve de los tigres para desembarazarse de sus dirigentes.

El primer milagro del niño Jesús. Precedido por una breve introducción en la que se cuentan las bondades del Papa Luciano Albino, Juan Pablo I, muerto prematuramente a un mes escaso de su entronización, este monólogo cuenta un pasaje de la vida de Jesús recogido en los evangelios apócrifos, es decir los que no son admitidos por la iglesia. La sagrada Familia abandona Belén advertidos por un ángel de la amenaza de Herodes. En su huida a Egipto acaban por refugiarse en Jaffa donde el niño para conseguir la amistad de sus congéneres convierte figuritas de barro en pájaros auténticos. Pero el milagro verdaderamente importante lo realiza en la persona del hijo del señor del pueblo al que fulmina primero, por haber destrozado sus esculturas y dispersado a sus compañeros de juego, y resucita después a instancias de la Virgen, no sin advertirle de los peligros de la prepotencia.

Icaro y Dédalo. Icaro y su padre Dédalo son encerrados por orden del rey Minos en el laberinto de Knossos, que fue construido por el propio Dédalo con tanta pericia que ni siquiera él mismo es capaz de hallar la salida. Sorteando las trampas tendidas en los innumerables callejones acaban por llegar a una altísima torre en la que encuentran la solución para huir. Construyen unas enormes alas y salen volando. Icaro se siente feliz surcando el cielo, alejado de los horrores y de la injusticia que pueblan la Tierra y desobedeciendo a su padre se eleva más alto, más cerca del Sol; sus rayos alcanzan las alas del muchacho, queman sus plumas y funden la cera que las unía e Icaro se precipita al mar.

 

Dirección: José Antonio Ortega

Reparto: Manel Barceló

Autor: Dario Fo / Franca Rame